28 ago 2022

20 jul 2022

El corazón de la muerte

“Solo puedo luchar contra la muerte con la poesía.”

 (Manuel Juliá)

El escritor amigo Manuel Juliá tiene la gentileza de mandarme dos libros de poemas. El primero se titula “Madre” (Hiperión. Madrid, 2021), composición apasionada y nostálgica escrita por y para “Anita”. Ella lo trajo al mundo y le daba siempre lo mejor. También he recibido “El corazón de la muerte” (Hiperión. Madrid, 2022), antología que voy a comentar.

Manuel Juliá (Puertollano, 1954) lleva publicados siete libros de poemas y los resume su antología “El corazón de la muerte”, con selección y estudio preliminar (50 brillantes páginas) de Jesús Barrajón Muñoz, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha. Está recién presentada, junto a “Madre”, en el Ateneo de Almagro (9 de julio), recitando - sintiendo- sus versos los destacados actores Manuel Galiana y Carlos Hipólito.

Manuel Juliá debuta como poeta con “De umbría” (BAM. Ciudad Real, 1998), y pasan 11 años hasta “Sobre el volcán la flor” (BAM. Ciudad Real, 2009). Luego nace “Cuarenta latidos” (2 ediciones: Almud. Ciudad Real, 2009 y Endymión, Madrid, 2011). Los demás poemarios se publican todos en la prestigiosa colección de poesía Hiperión.

Inspirada por el poema “Llegó con tres heridas” (“la de la muerte,/ la del amor,/ la de la vida”) de Miguel Hernández, Juliá produce la trilogía que forman “El sueño de la muerte” (2013) “El sueño del amor” (2014) y “El sueño de la vida” (2015), libros que recopila el volumen “Trilogía de los sueños” (2018).

Jesús Barrajón realiza un minucioso análisis sobre las composiciones de Manuel Juliá, destacando temáticas esenciales, amplia cultura literaria, juegos de palabras, influencias estilísticas, belleza desnuda, poemas generados desde la serena meditación: “¿Qué hay después de la Muerte? La Nada o la Misericordia.” (Omar Kheyyam. Rubaiyat XXIII)

Manuel Juliá finaliza su caminar poético (hasta hoy) dedicando una hermosa elegía a su “Madre” (2021), donde la fuerza del amor siempre busca superar dolor y melancolía: “Jamás abriré los ojos para no dejar de sentirte./ La oscuridad es nuestro país, la oscuridad/ nos tiene dormidos y juntos en el vacío.” 

Memoria de la vida, sobre todo de una infancia que nos revela desde lo más profundo del corazón. Sus versos atesoran imágenes sencillas del álbum familiar: ilusiones, lugares y momentos inolvidables: “La verdad de la muerte devorada por la ternura.”

Manuel Juliá reconoce dudas existenciales, pero sin negar a Dios. Así, bajo los signos evidentes de nuestra caducidad, tiene puertas abiertas, ventanas de luz, esperanzas puestas en otra posible dimensión, en otros sueños: “Cruzar el hielo de la eternidad y encontrar al fin otra vez tus labios rozando mis mejillas.”

Publicado en Lanza

8 mar 2022

31 ene 2022

“Fuentévar”, la poesía bucólica de Francisco Caro

“...la noche nos dirá sus quemaduras,/
la noche me dirá cuándo escribirnos.”
(Francisco Caro)

 

 Francisco Caro (Piedrabuena, 1947) pronto cumplirá 17 años de brillante trayectoria literaria, iniciada con “Salvo de ti” (Ed. Vitruvio. Madrid, 2006. Premio de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha 2005). Colaborador en prensa y revistas culturales, tiene valiosos premios de poesía: Ángel Crespo, Francisco de Quevedo, Jorge Manrique, etc.

Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea, fue profesor en Madrid hasta su jubilación. Realiza una intensa labor cultural y la difunde con su blog (mientraslaluz.blogspot.com), que ya suma 125.000 visitas. Entre los 14 libros publicados y reunidos en la Antología Poética “Este nueve de enero” (Ed. Lastura. Madrid, 2019), 10 han obtenido galardones importantes: Juan Alcaide 2007, Ciudad de Zaragoza 2008, Ateneo Jovellanos 2008, Ciudad de Alcalá 2009, José Hierro 2010, Leonor 2013, etc.

Francisco pasó en su casa de Piedrabuena los confinamientos debidos a la pandemia del Covid-19. Allí prepara 3 libros admirables, fruto de la más profunda meditación: “Aquí” (Ed. Mahalta, nº 1. Ciudad Real, 2021), “En donde resistimos” (Ed. Hiperión. Madrid, 2021. Premio Ciudad de Valencia) y “Fuentévar”, nº 8 de Cuadernos Mahalta (Ciudad Real, 2022).

“Fuentévar” (y otros alrededores) es un ejemplo claro de poesía con temática bucólica. 27 poemas dedicados a representativos lugares de su querido pueblo: la cuesta de la Asperilla, los caminos de Mahalta, el Morro de la Arzollosa: “...este cerro de lúcido basalto/ me adensa y hace/ del vuelo un imposible.”

Versos elegíacos hablan del paso del tiempo y los cambios producidos en su tierra: prado de Valdelamadera, el arroyo de Peralosa, la dehesa de Safont, el puente de las ovejas: “...miramos juntos/ desde el pretil y hacia el oeste/ un Guadiana humillado/ que apenas sobrevive.” También aparecen la alameda de Tamujoso, el campo de Fuentévar, los Hontanares, la Fuenteagria y la presa de la Torre de Abraham: “Dijo una vez Vicente/ Martín que era bueno/ sabernos en milagro// bueno también que vieran/ sin asombro las gentes/ salir las mariposas, las canciones,/ por el húmedo cauce de los grifos.”

Donde estuvo la Huerta del Conde, Francisco Caro recuerda sucesos de la infancia que sin duda son inolvidables: “...aquel oír silbar cantos y pitas/ mientras la luz difusa,/ aquel jugar sin traba a los excesos,/ tiempo oculto, de zinc,/ apenas no sabido ni buscado,/ y ya no quedan árboles/ -ninguno-/ que en las raíces guarden la memoria.”

Este gran poeta (amigo de todos) afirma que para crear poesía “hace falta mirada, olfato, oído para elegir, pero también habilidad técnica para nombrar con justeza. Perseguir el milagro del hecho poético, descubrir el enigma a través del cual la mirada, la percepción, lo emotivo, logran formar el objeto al que solemos llamar poema.” Verdad, luz y belleza: cima del canto siempre.

 

Publicación en Lanza

28 dic 2021

Federico Gallego Ripoll y su memorable “Jardín Botánico”

 “La vida es el estreno de un traje de domingo/
entre dos absolutos de plena desnudez.”

(F.G.R.)

Antes de comentar este “Jardín Botánico”, nuevo libro de poemas que Federico Gallego Ripoll (Manzanares, 1953) publica en “Cuadernos de la Errantía” (Madrid, 2021), quiero dejar muy clara mi valoración favorable para su posible distinción con el Premio Nacional de Poesía y/o de la Crítica. Justo reconocimiento al creador manchego cuya trayectoria suma 20 lúcidas obras (casi todas premiadas), más “Un lugar donde esperarte” (Antología Poética 1981-2007. BAM. Ciudad Real, 2008), situándole por derecho propio entre los más importantes poetas españoles contemporáneos.

“Jardín Botánico” atesora 49 poemas ordenados en 7 partes con 7 poemas cada una; más el umbral titulado “Propósito”: “Yo quiero ser feliz/ como el árbol que tiene/ tierra justa para crecer,/ agua bastante,/ aire sobre sus ramas/ y, en ellas, trinos/ y quien busque a su sombra/ la levedad de un sueño./ Y tenerte también/ a ti para contártelo.”

 

Ardiente voluntad de vivir, serena percepción del aquí y ahora que reclama felicidad, buscando la belleza desnuda, el misterio de la vida, cada lugar y cada relación, la naturaleza vegetal y animal: “Toda música nace del silencio/ y cada perla es fruto de un error./ No menosprecia el fuego a la ceniza./ Por eso debes hoy/ curar la lengua mínima del pájaro,/ porque nada acontece si el jilguero no canta.”

Su libertad emerge sobre la grandeza inaccesible que se intuye al mirar las estrellas, deseando vencer la soledad, esa melancolía que consigue dañarnos: “Se aturde el corazón si las estrellas/ techan de nuevo el mundo, súbitamente,/ con su red rebosante de peces que se agitan./ Y algo sutil nos tiembla/ en el hueco que nos dejo la infancia.”

Hombre y poeta juntos para recobrar un ámbito donde las cosas, los objetos, el paisaje y los afectos aparecen en su esencialidad, porque en la raíz de lo pequeño y sencillo, en las espinas y el dolor, en la fugacidad del tiempo y en el silencio eterno, radica la trascendencia que condensa en su interior la luz en temblor primigenio: “Poesía es/ acunar en los dedos/ toda la muerte ajena,/ saber/ que del miedo proceden/ el mar y tu mirada,/ que dentro de los huesos/ mana dulce/ lo que nunca termina,/ lo que estalla en el llanto/ de los niños:/ cuando piden la luna/ lo que piden/ es no morir,/ y Poesía es/ decirlo bellamente.”

Federico Gallego Ripoll - Fotografía Henar Sastre

Federico dialoga con todas las formas posibles del enigma, que son las que el hombre va descubriendo a lo largo de la vida, el amor y la muerte como partes o elementos integrantes de la tragedia humana: “Nadie lo dude: muere/ cuanto es mortal. Y no se inmuta/ la plenitud del árbol,/ la opulencia/ del sol naranja, la tersura/ magnética del aire vuelto en círculos:/ sólo mi realidad,/ sabedora del tiempo,/ envejece.”

“Jardín Botánico” recuerda los hermosos paraísos (Madrid, Palma de Mallorca, Granada, Barcelona), que visitamos llenos de juventud y seducidos por amores inolvidables.

 


 Existen motivos suficientes como para estar preocupados ante la desviación y vulgaridad lírica española de las últimas décadas. Poetas en absoluta decadencia, libros para olvidar en la mayoría de los casos. Pocos mensajes valiosos, aunque el nombre de su autor o autora (locos por salir en la foto) se quiera divulgar a bombo y platillo. Pero nada de nada: humo y fuegos de artificio. La poesía seria, lo que se dice Poesía, destaca por su ausencia. Mejor dejar que sueñen las palabras dormidas.

Contaminada la verdadera poesía, basta con saber moverse en los círculos provincianos y participar en textos colectivos de ridículas editoriales, para conseguir ganar adeptos. No les importan originalidad ni calidad artísticas, impulsar voces nuevas, propiciar necesarios relevos generacionales. Hay promotores que sobre todo buscan notoriedad. Sin embargo, y me alegro por ello, alguna vez aparecen altruistas editores para romper con la inercia de lo superficial y grotesco.

Hace falta leer buenos libros, aprender con maestros imprescindibles como Federico Gallego Ripoll, cuyos versos mágicos, entrañables, profundos..., logran siempre conmover.


Publicación en Lanza